Nota escrita por nuetro colaborador: Alejo López
Que un equipo como Paraguay que con sorprendente mediocridad – digna de algunos comentaristas méxicanos y la prensa chilena - terminara cantando victoria es ciertamente injusto. Injusto porque un equipo que gane sin ganar, no merece nada. Si el fútbol hubiese sido justo anoche, ciertamente nos hubiera brindado una final donde Uruguay se enfrentara ante una revelada Venezuela, que se ganó su puesto entre los primeros cuatro de la competición a base de esfuerzo y pulso. Pero el fútbol enseñó una lección muy importante a la Vinotinto: “El que no la hace, le hacen”.
Esta lección es más resonante y de oro si se toma en cuenta que la Vinotinto es la menos experimentada en esta confederación, y tuvo como despachar a Paraguay en fase de grupos, como debió ser en mi opinión, y al no terminar de liquidarlos ahora son ellos los que se presentan a la gran gala. Por el bien del fútbol ahora más que nunca Uruguay debe ganar esa Copa.
Independientemente de todo ello, la Vinotinto ganó y mucho. No ver más allá de la injusta derrota de anoche es de miopes. Es innegable el logro conseguido dentro y fuera del campo a base de voluntad, humildad, esfuerzo y gallardía, es admirable, y es nuestro. Venezuela puede desde ya asegurar que su fútbol ya no está en pañales, que tiene una identidad demarcada y consolidada – irreverente e indoblegable – y que ya no juega de visitante en casa, el pastelerismo se erradica poco a poco. Y lo más importante, que la Vinotinto ya no es la “Cenicienta de Suramérica” – Sera el lunar del pasado que tiene el fútbol venezolano y debe ser historia obligada para ser inculcada si se quiere mantener la humildad del fútbol criollo a futuro.
Independientemente de todo ello, la Vinotinto ganó y mucho. No ver más allá de la injusta derrota de anoche es de miopes. Es innegable el logro conseguido dentro y fuera del campo a base de voluntad, humildad, esfuerzo y gallardía, es admirable, y es nuestro. Venezuela puede desde ya asegurar que su fútbol ya no está en pañales, que tiene una identidad demarcada y consolidada – irreverente e indoblegable – y que ya no juega de visitante en casa, el pastelerismo se erradica poco a poco. Y lo más importante, que la Vinotinto ya no es la “Cenicienta de Suramérica” – Sera el lunar del pasado que tiene el fútbol venezolano y debe ser historia obligada para ser inculcada si se quiere mantener la humildad del fútbol criollo a futuro.
La Vinotinto ya tiene dolientes, mirémonos nuestra reacción de ayer, o pregúntenle a todos esos “Faitelson” como les cayeron a cayapa por los seguidores Vinotinto vía web y por los cuatro lados por negar con críticas sin base y con envidia la gesta conseguida por esos muchachos. Ese apoyo incondicional tardó mucho en consolidarse, siendo justo y necesario para que esos jugadores sigan logrando metas y nosotros podamos seguir celebrando.
Me alegra como Venezuela se deja embriagar por su Vinotinto, y recupera esa ilusión perdida desde aquel 2004 cuando se nos demostró que nuestro fútbol tiene derecho a soñar en grande. Pero como todo sueño debe esculpirse con deseo, forjase con voluntad y protegerse con anhelo. Solamente un trabajo bien hecho perdurará al tiempo para disfrutarse de lleno.
Este camino que ahora cruzan es el duro camino que otras selecciones han andado décadas antes, y en una confederación tan competitiva y complicada como la suramericana, es un trecho obligatorio para llegar a formar parte algún día de esa élite de 32 selecciones que compiten entre sí cada 4 años. Esta Vinotinto en esta Copa América ha demostrado que se que se puede llegar, se merece llegar.
Me alegra como Venezuela se deja embriagar por su Vinotinto, y recupera esa ilusión perdida desde aquel 2004 cuando se nos demostró que nuestro fútbol tiene derecho a soñar en grande. Pero como todo sueño debe esculpirse con deseo, forjase con voluntad y protegerse con anhelo. Solamente un trabajo bien hecho perdurará al tiempo para disfrutarse de lleno.
Este camino que ahora cruzan es el duro camino que otras selecciones han andado décadas antes, y en una confederación tan competitiva y complicada como la suramericana, es un trecho obligatorio para llegar a formar parte algún día de esa élite de 32 selecciones que compiten entre sí cada 4 años. Esta Vinotinto en esta Copa América ha demostrado que se que se puede llegar, se merece llegar.
El camino andado hasta ahora les dio un fracaso que deben superar para conseguir la fortaleza y la experiencia que necesitarán para conseguirlo todo, porque si nadie les ha regalado nada hasta ahora, no duden q en un futuro alguien lo hará. Hoy independientemente de la derrota de ayer la Vinotinto, al final: Lista.
Nota tomada de nuestro blog hermano -----> http://laarepaenlinea.blogspot.com/2011/07/por-alejo-lopez-que-un-equipo-como.html
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