El afán por retratar ambientes por medio de la meticulosidad
delhiperrealismo, va mucho más allá de un afán de duplicar el mundo en
el arte. Ni siquiera la
fotografía, con la exactitud de su registro gráfico, queda exenta del
sesgo de vida de quien efectúa las capturas. No existe un instante que
sea idéntico al siguiente y por lo tanto, un ambiente nunca se encuentra
fijo más allá de la convencionalidad de quien lo experimenta.
Lo anterior queda ejemplificado en las obras hiperrealistas de Gregory
Thielker. Se trata de pinturas de paisajes urbanos contemplados a través
de los parabrisas (cristales) de automóviles en movimiento. Thielker
explora en ellas, la sensación de cambios constantes que produce el
paisaje, visto desde un coche y la manera en la que el agua y la luz,
potencializan este efecto.
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