Cocinado en un recipiente
El Toro de Falaris: Este
perverso artefacto fue empleado por los romanos (sobre todo contra los
cristianos) y por la Santa Inquisición durante los siglos XVI, XVII y
XVIII. El gran filósofo griego, Aristóteles, menciona al Toro de Falaris
dentro de su Ética a Nicómaco, en la parte en que habla de las acciones
depravadas… En efecto, este depravado invento fue creado, según la
leyenda, por el escultor y metalúrgico ateniense Perilo, quien se lo
regaló a Falaris, tirano de Sicilia, con la intención de que éste lo
empleé para ejecuciones; pero el tirano, disgustado por la malicia del
inventor, lo condenó a ser la primera persona en probar el invento…
La ejecución por Toro de Falaris consiste en meter al condenado en un
toro de bronce, que está hueco por dentro y, en algunos modelos,
presenta conductos para la salida del humo (con olor a carne quemada e
inciensos que metían) y tubos en el interior de la garganta del toro, a
fin de que estos tubos, que desembocaban en la boca de la efigie,
permitan que los gritos del condenado se escuchen con más potencia y
claridad, semejando además ser gritos del toro en las llamas, ya que la
efigie, con el condenado adentro, se colocaba sobre una hoguera hasta
reducir a cenizas a quien estaba dentro de ella…
La olla gigante: Este
método consiste en poner al condenado en una olla gigante llena de
agua, y cocinarlo allí a fuego lento, hasta que muera… Su uso ha estado
presente en diversas culturas a lo largo de la historia; por ejemplo,
estudios arqueológicos encontraron evidencia de que el método se en la
Antigüedad dentro de China, y se sabe que durante el reinado de Enrique
VIII (en Inglaterra) fue legal y se lo aplicó a envenenadores, al igual
que, durante la Edad Media, Holanda lo empleó contra los falsificadores,
y la Inquisición contra las “brujas”.
Comido por gusanos
Este
método tiene distintas variantes. En la del burro (también podía
emplearse otro animal, pero el burro era la opción favorecida), el
condenado era desnudado y metido dentro de un burro muerto y entonces
las larvas de las moscas confundían el tejido vivo del humano con el
tejido putrefacto del animal, devorando a ambos… En la de la artesa (mal
conocida como “el tronco”), que es la más importante y es originaria de
Persia, sería mejor, quizá para que os transportéis algo en el tiempo,
recurrir a las palabras del historiador griego Plutarco, quien describe
en Vidas Paralelasel método, cuando cuenta lo que el rey persa Artajerjes II hizo con el eunuco Mitridates: ‹‹Mandó
pues, que a Mitridates se le quitara la vida, haciéndole morir
enartesado, lo que es en esta forma: tómanse dos artesas hechas de
madera que ajusten exactamente la una a la otra, y tendiendo en una de
ellas supino al que ha de ser penado, traen la otra y la adaptan de modo
que queden fuera la cabeza, las manos y los pies, dejando cubierto todo
lo demás del cuerpo, y en esta disposición le dan de comer, si no
quiere, le precisan punzándole en los ojos; después de comer le dan a
beber miel y leche mezcladas, echándoselas en la boca y derramándolas
por la cara: vuélvenle después continuamente al sol, de modo que le dé
en los ojos, y toda la cara se le cubre de una infinidad de moscas. Como
dentro no puede menos de hacer las necesidades de los que comen y
beben, de la suciedad y podredumbre de las secreciones se engendran
bichos y gusanos que carcomen el cuerpo, tirando a meterse dentro.
Porque cuando se ve que el hombre está ya muerto, se quita la artesa de
arriba y se halla la carne carcomida, y en las entrañas enjambres de
aquellos insectos pegados y cebados en ellas. Consumido de esta manera
Mitridates, apenas falleció el decimoséptimo día.››
Ser despellejado vivo
Este
método consiste en arrancarle la piel al condenado mientras está vivo, y
muchas veces, a lo largo de la historia, ha sido acompañado por la
exposición pública de la piel del desollado, manifestando con ello el
poder del Estado y el terror que éste ha aspirado a infundir en los
momentos más oscuros de nuestras civilizaciones. El método fue
practicado por asirios, egipcios, aztecas, chinos, europeos en la Edad
Media, entre otros. E inclusive, tal y como expone el filósofo francés
Michael Focault en su obra Vigilar y Castigar, esta atroz forma de ejecución aún persistía en la Francia de comienzos del siglo XVIII.
En cuanto a la forma en que se realizaba, en la Edad Media era usual que
se iniciase con un gran corte en forma de T en la espalda, desde el
cual el verdugo iba tirando la piel, tratando siempre de hacerlo de un
solo tirón y causando la menor hemorragia posible. Esa era la manera más
común de desollamiento, pero también se podía ejercer con ayuda de
herramientas, como los garfios de hierro, los ganchos con “forma de uña
de gato”, las úngulas, los rastrillos, las pinzas de hierro, o inclusive
pedazos de vidrio o cerámica rota.
Por último, un caso conmovedor de desollamiento es el de la virgen
búlgara Santa Zlata de Maglene, quien fue secuestrada por un grupo de
jóvenes turcos y, dado que se negó a casarse con el líder del grupo
(principalmente porque esto implicaba su conversión formal e inmediata
al Islam), fue desnudada, colgada de un árbol y desollada por sus
salvajes secuestradores, quienes poco a poco le fueron arrancando a
tirones la piel…
La gota china
Este
sádico método, originario de China, se usaba tanto para torturar y
obtener confesiones, como para matar de una manera particularmente larga
y psicológicamente cruel. En él, se ataba al condenado, generalmente
acostándolo sobre una plataforma, y encima se colocaba un dispositivo
que funcionaba como un gotero, del cual iban cayendo gotas de agua a
intervalos regulares de unos cinco segundos, siempre sobre el mismo
punto, que solía ser la frente (si estaba acostado) o la parte superior
de la cabeza (si estaba sentado) del condenado, al cual solía meterse en
un cuarto totalmente oscuro, para aumentar con ello su tormento
psicológico. Según se sabe, el condenado tardaba días en morir, y bien
podía morir porque la gota terminaba erosionándole el hueso, o porque le
daba un paro cardíaco, ya que no podía dormir bien a causa de la gota,
además de que padecía hambre y sed, y siempre terminaba volviéndose loco
antes de expirar.
Devorado por las hormigas
Se
cree que, tanto los nativos de Norteamérica como de algunas partes de
Latinoamérica, tenían como método de tortura y ejecución el enterrar al
condenado hasta el cuello o atarlo a un árbol, en cualquiera de los
casos cerca de uno o más hormigueros, ya que posteriormente se le untaba
miel y se dejaba que las hormigas le piquen. Esta práctica, lejos de
desaparecer, parece que todavía sobrevive en ciertas comunidades
indígenas, muestra de lo cual es lo que sucedió con el asesino serial Pedro Alonso López cuando un grupo de indígenas lo capturó en Perú. Cuenta Pedro al respecto: “Los
indios en el Perú me habían atado y enterrado en la arena hasta el
cuello cuando se enteraron de lo que les había estado haciendo a sus
hijas. Me habían cubierto de miel y me iban a dejar para ser devorado
por las hormigas”
La barra candente y la espada
Muchos conocen que Vlad Tepes fue el gran practicante del empalamiento,
método que consiste, en su forma canónica, en introducir una estaca o
palo en el recto del condenado, traspasándolo y dejándolo allí, hasta
que muera tras un lento proceso de agonía. Ahora bien, el empalamiento,
entre sus múltiples variantes, tenía la de la espada y la barra de
hierro hirvientes. En la primera, en lugar de introducir una estaca, se
introducía una espada al rojo vivo en el recto del condenado, de modo
que moría mucho más rápido que en el empalamiento normal, porque la
espada, al estar hirviendo y ser filosa, podía traspasar su carne como
mantequilla. Cosa semejante sucedía cuando lo introducido era una barra
de hierro al rojo vivo, solo que en este caso el condenado no moría tan
rápido, aunque, a diferencia de la variante de la estaca, aquí la barra
de hierro, dependiendo de su punta y grosor, podía terminar surgiendo
por el cráneo del condenado…
Águila de sangre
Este
método se menciona en la literatura de ciertas sagas nórdicas,
supuestamente como rito de sacrificio humano. Consistía en abrir al
condenado desde la columna vertebral, cortando y abriendo las costillas
de forma que semejen alas manchadas de sangre y los pulmones queden
expuestos hacia afuera. Lastimosamente la víctima no moría
instantáneamente, y tenía unos momentos de intenso sufrimiento, en los
que se espolvoreaba sal (cal según ciertas fuentes) sobre la herida…
Se cree que, entre las víctimas posibles de este método, pudieron estar
el rey Edmundo Mártir de Anglia Oriental, el príncipe Halfdan Haleg de
Noruega, el rey Máel Gualae de Munster, y el arzobispo Ælfheah de
Canterbury. No obstante su veracidad histórica no es unánimemente
aceptada, pues para algunos historiadores responde a una mala
interpretación del folclore y la mitología, aunque lo más probable es
que sí haya sido una práctica históricamente auténtica. En todo caso, y
para que os hagáis una idea viva, podemos citar un pasaje de la Saga
Orkneyinga: ‹‹A la mañana
siguiente, cuando hubo luz fueron a buscar hombres en las islas por si
alguno había escapado; y cada uno fue matado sobre el terreno nada más
levantarse. Entonces el conde Torf-Einarr dijo estas palabras: “no sé lo
que veo en Rinansey, a veces esto sucede, pero a veces esto se postra,
que ni es ave o un hombre, iremos a ello.” Allí encontraron a Halfdan
Piernas Largas, y Einar los hizo esculpir a un águila sobre su espalda
con una espada, y cortar todas las costillas de la columna vertebral, y
exponer los pulmones allí fuera, y le ofreció a Odin por la victoria
ganada; entonces Einar cantó.››
Traspasados por el bambú
Durante
la Guerra de Vietnam (1955-1975), el Ejército de Vietnam del Norte
empleó, contra elementos traidores de sus propias filas, contra civiles
acusados de cooperar contra el enemigo y contra prisioneros, una
peculiar forma de empalamiento en la cual se ataba a la víctima a un
tronco de bambú, dando como resultado un período de intensa tortura
antes de la muerte final, ya que, como el bambú crece con gran rapidez,
las ramas de la planta iban creciendo a través del cuerpo de la víctima,
traspasándola y destrozándola… Además de los vietnamitas, también los
japoneses fueron acusados de emplear el método durante la Segunda Guerra
Mundial, y anteriormente, en el siglo XIX, se cree que los malayos lo
usaron contra los tailandeses en la invasión de Kedah en 1821, y también
se sospecha de que el método era una forma de castigo practicada en
Ceilán (India) a inicios del siglo XIX.
Muerte con metales fundidos
Este método, practicado por la Santa Inquisición, se ejercía
generalmente con un aparato (inventado por la Inquisición…) que parecía
un aspersor de agua bendita, pero que en realidad contenía plomo fundido
en un extremo, y estaba diseñado de tal forma que soltaba gotas de
plomo como si fuesen agua bendita. Estas gotas por lo general bastaban
para extraer confesiones, pero en muchos casos mataban de dolor al
condenado… En su otra variante conocida, el método de metal fundido
consistía en verter plata derretida sobre los ojos del condenado…
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