El pasado fin de semana se paseó por las redes sociales el tag Caracas, ciudad de despedidas. Se trata de un video grabado a manera de catarsis por 5 jóvenes hace un año.
En 18 minutos exponían, quizás con
demasiada franqueza o simplicidad –y por tanto sin aderezos de lenguaje–
el fenómeno de los viajes “para no se cuándo volver” de estos
venezolanos que están abandonando el país, porque tienen miedo de vivir
en una ciudad que abona a la morgue, entre viernes y domingo, un
promedio de 40 cadáveres, producto de los homicidios.
La satanización llegó por encargo y con alevosía. Venezolana de Televisión,
medio que se niega debatir sobre las confesiones del delincuente
magistrado, o que borra de su cobertura los sucesos de La Planta, hizo
trizas de los muchachos, y hasta una mesa redonda, con semiólogos y
analistas incluidos, se consagró a exponerlos al escarnio público. De
allí no fue difícil que el video pasara a la red, y que las burlas y
descalificaciones siguieran por Twitter.
El video no es gran cosa. Se trata de
una perorata, cuya argumentación surge a cuentagotas, con adjetivos
fuera de lugar y frases cortas, como parece ser la tónica de los jóvenes
poseídos por la gramática de los mensajes de texto. Pero su
planteamiento conmueve, ya que ese “por qué me quiero ir”, le pasa por
la cabeza a mis alumnos de la Universidad.
Cuando les increpo, alguien menciona al
primo que iba a graduarse de ingeniero y el día anterior fue asesinado
para robarle el carro. Ese tema no fue abordado por los “ideólogos” de VTV.
Les resultó útil añadir la etiqueta “confesiones de unos niños ricos
apátridas”, que prefieren vivir en el exterior porque Caracas les
apesta, sin reparar que el principal accionista del “canal de todos los
venezolanos” ha permanecido 85 días en La Habana, a causa de una
enfermedad, es verdad, pero en desprecio por la medicina nacional.
Que nadie se caiga a mentiras. Desde
hace unos años, los jóvenes están dejando el país porque en su entorno
gravita el nombre de alguien que recibió un disparo en la cabeza cuando
llegaba al edificio. Los analistas que “fusilaron” a los “apátridas”,
cuestionaban que estos no mencionaron jamás a los jóvenes de los
barrios. Mejor que no lo hicieron. En Caracas, se sabe, que 7 de cada 10
personas que son asesinadas los fines de semanas pertenecían a los
estratos sociales más bajos.
Alguien dijo que la muerte, para los
muertos, es cuestión de un segundo. Son, paradójicamente, los vivos
quienes experimentan lo que es la muerte. La sorpresa, el dolor, la
impotencia, la negación o la aceptación callada de los sobrevivientes,
es el tema de Caracas, ciudad de despedidas. Salvo para los “analistas”
de VTV que pregonan la utopía socialista y se hacen acompañar de escoltas hasta que llegan felices a sus casas.
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