¿Qué hubiera pasado si los personajes de la siguiente historia
hubiesen llegado a su objetivo? Seguramente se estaría recordando la
mayor masacre en la historia del fútbol mundial.
No
obstante historia no tuvo el final imaginado por los 5 jóvenes
protagonistas, que llegaron al Distrito Federal de México en mayo de
1970, un mes antes del comienzo de la novena Copa Mundial de la FIFA.
Un
alemán federal, un venezolano, un japonés, un palestino y un libio
arribaron al país organizador del Mundial en tres grupos diferentes y se
alojaron en el Hotel Sheraton, en 3 habitaciones
dobles. Ni bien vieron descender del avión al libio y al palestino,
desde el Mossad se ordenó la vigilancia inmediata de los musulmanes.
Mientras
escuchaban al venezolano Carlos, el mejor planificador de trabajos, los
otros 4 jóvenes se juntaban en una de las habitaciones del Sheraton
para revisar su material de trabajo: un par de filmadoras, cuadernos,
bolígrafos de colores, cámaras fotográficas, unas grabadoras, mapas
escala… Armas cortas y balas.
Carlos Ilich Ramírez tenía 21 años en ese entonces. Hijo de un acomodado abogado de Caracas, fue uno de los mejores alumnos la “Voennaya Kafedra”,
una sección especial de la Universidad Lumumba de Moscú. Tan especial
era la sección que sólo salían triunfantes aquellos que pudieran
soportar las pruebas más complejas de la KGB. Ramírez ya había aprendido
los secretos de la lucha terrorista urbana.
En un viaje de “entrenamiento”a
cercano oriente, conoció a Alí Hassan Salameh, el joven príncipe
palestino, hijo de un jeque antijudío que había sido asesinado con una
bomba por un grupo terrorista hebreo en 1948. A Hansfriëd, el alemán, lo
conocieron en un campo de entrenamiento de Al-Fatah. El europeo era
fanático de las bombas y los tiroteos, además de ser miembro de la
organización “Baader-Meinhoff”.
Yoku Ishiguri era admirado por
pertenecer al grupo terrorista japonés denominado “Se Kiguen Ha”
(Ejército Rojo Japonés). El libio Kamar era un genio en explosivos y se
lo ligaba con Mu‘ammar al-Qa???f?.
Carlos era visiblemente el
líder del grupo y tenía un apodo: El Chacal. El último día del mes de
mayo de 1970, Carlos fue a ver el partido entre México y la Unión Soviética
junto a Hans. Allí, casi sin mirar el partido, concluyeron que era más
fácil detonar explosivos en el palco del Azteca, que secuestrar
jugadores, tomarlos de rehenes y llevarlos al aeropuerto. Pero no
contaban con que tenían encima a los agentes del Mossad, que habían
tomado fotografías de los musulmanes.
La misión era secuestrar a
los futbolistas israelíes, que por primera vez representaban al Estado
de Israel en una Copa Mundial de la FIFA. Para eso tenían que alojarse
en Toluca y realizar el operativo por la madrugada, cuando no había
testigos. Y la tarea parecía hacerse más sencilla: Israel convertía su
primer gol en los mundiales por intermedio de Mordechai Spiegler, empatando 1 a 1 con Suecia.
En su rol de “periodista venezolano”,
Carlos llamó a la concentración israelí para hablar con Spiegler, que
aún seguía emocionado por el gol y concretó una entrevista con el
reportero sudamericano. Carlos fue sólo con Hans, que hacía las veces de
camarógrafo.
El ingenuo delantero israelí quedó tan contento con
el reportaje realizado por Carlos (fue hecho en inglés) que presentó a
los periodistas venezolanos a sus dirigentes y los invitaron al
entrenamiento del día siguiente. Claro que Hans había filmado
absolutamente todo.
A Spiegler le re cabía el fierrito. Hasta pone cara de langa…
“Va a ser más fácil volar un estadio en la Copa del Mundo que secuestrar a los futbolistas”, le dijo el Chacal a sus compañeros cuando retornó de la entrevista, “hay
al menos una docena de comandos israelíes vigilando a los futbolistas. Y
ese no es el principal problema, sino que tendríamos que matarlos a
todos y perderíamos energía en la pelea, para luego tomar como rehenes a
los 31 judíos. Y somos tan sólo 5”.
Tras mirarse pensaron en
volar el Azteca en la final. Ese hecho significaba mostrarle al mundo
occidental que oriente tenía un gran poderío destructivo. Armas largas y
explosivos estaban asegurados por intermedio de una mujer que se
encontraba en la embajada cubana del DF y conocida por la CIA como Barba
Roja. El nombre real de la agente cubana era Sonia Oriolo, y años más
tarde se convertiría en la mujer del Chacal.
Pero sabían que volar
el estadio, además del poderío que demostrarían, también les aseguraría
desprestigio político, por más que hubiera sido en “la lucha por la causa”.
“No
se puede hacer aquí”, dijo Carlos, “esto se podría hacer en una villa
olímpica, porque allí no se permiten fuerzas especiales de cada país”.
Dos años más tarde, el grupo Septiembre Negro
(nacido de Al-Fattah), tomaba como rehenes a 9 deportistas israelíes
(ya habían asesinado a dos) en los juegos Münich 1972, utilizando el
plan que habían diseñado Carlos y Hans. Pero algo salió mal y murieron
todos los rehenes, además de 5 de 8 terroristas. El gobierno israelí
ordenó la exterminación de todos los militantes de Septiembre Negro y en
una década fueron asesinados 12 terroristas. Uno de ellos era el
príncipe Salameh.
El Chacal se mudó a Libia y sospechosamente, jamás recibió un disparo ni sufrió un atentado, aún cuando se conocía su locación.
FUENTES:
Bufali; Boimvaser; Cechini. Ed Planeta, 1994
El ojo de Tel Aviv; Steve Eytan. Ed Spéciale, París 1971
Salameh, el Revolucionario; Abu Daud; Amman 1986
El ojo de Tel Aviv; Steve Eytan. Ed Spéciale, París 1971
Salameh, el Revolucionario; Abu Daud; Amman 1986
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