¿No te ha pasado que te encuentras comiendo con unos panas y alguien
tumba el salero? Siempre salta uno por ahí que dice “esto es de mala
suerte.” La supertstición es algo que acompaña a los humanos desde casi
el inicio de los Tiempos. Cosas como Cruzar los dedos o tocar madera nos
reconforta cuando queremos que algo salga lo mejor posible.
Pero todas estas creencias que mantenemos en la actualidad tienen un orígen muy curioso. La página portalplanetasedna.com.ar
nos brinda varias de las supersticiones en las que la gente cree.
Nosotros aquí hicimos una selección de las que consideramos las más
curiosas. Sin embargo, recordamos que las cosas se hacen poderosas
porque cada uno de ustedes le dan un poder e importancia, que pueden
hacerle paralizar del miedo o acción.
Cruzar los dedos
Cuando se formula un deseo, se dice una mentira o se encuentra uno
ante un peligro, es costumbre cruzarlos dedos, concretamente el mayor
sobre el índice. El gesto, que evoca una cruz, conjura la mala suerte y
aleja las influencias maléficas, según los supersticiosos. Desde los
primeros tiempos del cristianismo se creía que, replegando el pulgar
bajo los otros dedos, se alejaba a los fantasmas y malos espíritus, o
bien haciendo esa operación con las dos manos y dejando que el pulgar
asome entre el índice, dedo consagrado a Júpiter, y el mayor, dedo del
pecado dedicado a Saturno. No obstante, algunos autores piensan que,
aunque el simbolismo de la santa cruz en este gesto resulta obvio, el
origen primero es mucho más primitivo que la cruz cristiana y se remonta
a los más antiguos tiempos paganos.
Poner la mano delante de la boca al bostezar
El gesto actual de taparse la boca cuando bostezamos no obedece
sencillamente a la intención de guardar las formas, esconder la
dentadura o el deseo de no difundir los gérmenes, sino que tiene un
significado más profundo.
En el libro Superstitions oÍ Ireland, de Sperenza Wilde se puede leer
que hacer la señal de la cruz delante de la boca al bostezar impedía
que el diablo se introdujese en el cuerpo y estableciera en él su
morada. Es por esta razón por lo que las madres cerraban la boca del
bebé o hacían la señal de la cruz delante de ella cuando lo veían
bostezar. De esta costumbre ancestral deriva el gesto actual de taparse
la boca.
Levantarse con el pie derecho
La tradición dice que, para que el día no se tuerza, hay que apoyar
en primer lugar el pie derecho. La respuesta a esta costumbre podría
hallarse en el mundo de los pescadores. Durante el siglo XIX, ningún
pescador en su sano juicio subía a bordo por babor, es decir, el costado
izquierdo del barco, aunque resultara incómodo hacerlo por estribor. Parece ser que la superstición nace de la
noción de que cualquier cosa zurda era antinatural una idea que se basa
en que la mayoría de los seres humanos son diestros.
Por regla general, todo lo que se refiere a la derecha es calificado
de favorable por los supersticiosos, quizás alentados por la tradición
bíblica, que dice que la derecha conesponde al camine del Paraíso y es
la posición en la que están sentados los elegidos por Dios.
La izquierda representa el reverso de la moneda. Los romanos, por
ejemplo, hacían presagios observando el vuelo de los pájaros: los que lo
hacían hacia este lado eran de mal agüero. De hecho, en latín,
izquierda se dice sinester, que dio origen al adjetivo siniestro.
Tocar madera
Durante muchos siglo antes del cristianismo, lo pueblos célticos de
Europa rendían culto a los árboles por considerarlos los templo de la
santidad y la principal presentación de los dioses era la Tierra. El
árbol servía com medio para enviar la dolencia, o el mal a la tierra.
También se recurría a este vegetal s la mala suerte visitaba a m hombre
bajo la forma de demonios o si iba a librarse una batalla. En estos y
otros casos el sacerdote druida celebraba una serie de ritos y ensalmos
en las llamadas enramadas sagradas, lugares que equivalía a las modernas
iglesias.
Hay, además, quien dice que las supersticiones referentes a la madera
también nacen del material con el que está hecha la cruz de Jesús
Resultado de estas creencias es nuestra costumbre de tocar madera como
signo di la buena suerte, ya que ésta atrapa al espíritu maligno lo
hace caer a tierra.
Abrir el paraguas dentro de casa
Ningún supersticioso tendría jamás la osadía de abrir un paraguas
dentro de una casa. El origen de este temor se remonta a la época en que
los reyes orientales y africanos lo usaban sólo a modo de sombrilla
para protegerse de los rayos solares. Debido a su conexión con el astro
rey y porque también su forma simboliza el disco solar, abrirlo en un
lugar sombreado, fuera de los dominios del Sol, era considerado un
sacrilegio.
Es probable que la superstición se reforzara cuando los paraguas
llegaron a Europa y empezaron a ser empleados casi exclusivamente por
los sacerdotes en los oficios de los difuntos, sin otro fin que
protegerse de las inclemencias del tiempo.
Romper un espejo
Las supersticiones relativas al espejo se cuentan entre las más
citadas en todo el Occidente cristiano, quizás por su uso adivinatorio.
La catoptromancia, es decir, el arte de adivinar por el espejo, procede
de Persia y, aunque tuvo un relativo éxito durante la antigua Grecia y
la Edad Media, fue duramente perseguida por la Iglesia.
Es probable, sin embargo, que estas supersticiones obedezcan a la
idea de que nuestro reflejo es otra versión del original y, si causamos
desperfectos en el espejo, nos hacemos daño a nosotros mismos. Así,
dañar el espejo es hacer lo mismo con el alma, y aquí es donde entra la
superstición de que la rotura de un espejo trae mala suerte durante
siete años. Este período se debe a la creencia de que el cuerpo
experimenta un cambio en la constitución fisiológica cada siete años.
Derramar la sal
Mala suerte, si esto le ocurre al manipular el salero, a menos que se
apresure a tomar una pizca y arrojarla por encima del hombro izquierdo
“directamente a la cara del diablo”. Porque éste es el sitio desde el
que Pedro Botero, es decir, el diablo, espera paciente a que nuestra
naturaleza pecadora renuncie al alma para siempre. La sal arrojada no
tiene otro fin que cegarlo temporalmente, para que el espíritu tenga
tiempo de volver a quedar afianzado por la buena suerte. Desde la Grecia
antigua, la sal ha tenido un gran poder simbólico: procede de la Madre
Tierra, del mar; las lágrimas y la saliva son saladas, y conserva,
condimenta y enriquece los alimentos.
Decir Salud al estornudar
Los egipcios y griegos veían en el estornudo un augurio. Así, era
bueno estornudar por la tarde, mientras que hacerlo al levantarse de la
cama o de la mesa podía ser nefasto. Aquel que había estornudado al
nacer era te nido por dichoso. El estornudo hacia la izquierda era un
signo de mal agüero, pero di bueno, hacia la derecha. Er todos los
casos, los griegos exclamaban ¡Vivid! y ¡Que Zeus te conserve! Por su
parte, los romanos empleaban la expresión, ¡Salve!, ante tal
circunstancia; y serían los primeros cristianos quienes sustituyeron la
invocación a dioses paganos por el suyo.
Se dice que durante la epidemia de peste que hubo en Roma en el año
591, bajo el pontificado de Gregorio 1, lo afectados morían estornudan
do, y que de tal circunstancia proviene el ¡Dios te bendigas que más
tarde se simplificar diciendo ¡Salud!, ¡Jesús! o ex presiones
semejantes.
El gato negro
En el mundo del misticismo, los gatos son portadores de un poder
mágico infinitamente superior al del hombre. Con toda probabilidad, esta
antigua creencia deriva de la adoración a la diosa egipcia Bubastis,
que tenía forma de gato. Los egipcios estaban convencidos de que los
gatos poseían alma, y prueba de ello son los restos momificados de estos
felinos, que se cuentan por miles, hallados en las excavaciones
arqueológicas.
En la Edad Media, las brujas convirtieron al gato negro en un
elemento imprescindible para efectuar sus rituales y hechizos. Hoy en
día, los supersticiosos temen al gato negro que se cruza en su camino.
Este hecho representa con claridad el conflicto que existía entre la
Iglesia, la cruz y las prácticas paganas de la brujería.
Esta y otras supersticiones asociadas a las escaleras están
relacionadas con el miedo al patíbulo. Antiguamente, debido a la gran
altura que éste solía tener, había que usar una escalera de mano para
colocar la soga en la posición correcta, así como para retirar después
el cadáver del condenado. Cualquiera que pasara por debajo de la
escalera corría el peligro de encontrarse con el muerto. De ahí viene la
superstición.
Viernes 13
Desde tiempos remotos, el número 13 ha sido fatídico, debido
principalmente a la muerte violenta que sufrieron varios dioses
decimoterceros de la Antigüedad y, ¡cómo no!, a la suerte del
decimotercer invitado en la Última Cena de Jesús. Por otro lado, el
viernes adquirió en el mundo sajón su reputación de día nefasto, debido a
la muerte de Jesús. Obviamente, la coincidencia del número 13 y del día
viernes no puede ser de peor agüero.
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